Existen dos problemas de gran magnitud: la política (y por tanto las instituciones representativas) ha perdido su capacidad transformadora y los principales actores de una democracia, los partidos, no representan el sentir mayoritario de la población c3q6t
Es necesario mantener la diferencia entre lo político y lo público, entre la política como medio y no como fin en sí misma. En eso ha fallado nuestra joven democracia
No esperemos un líder fuerte y honrado. Toda democracia que no se asiente sobre una ciudadanía educada y consciente de sus derechos será de mala calidad
España atraviesa las dificultades propias de una democracia sin buenas costumbres. No pudo heredarlas de la dictadura y no ha sabido inventarlas en estos 40 años
No se trata de alentar una imprecisa cultura del consenso, que escamotea los conflictos, sino de enmarcar un perímetro democrático donde todo se puede discutir
El objetivo de la negociación política, a diferencia del debate de tertulianos, es conseguir acuerdos para confeccionar un programa de mínimos, no de máximos
La sociedad española necesita hoy superar las exclusiones y un resurgimiento de la solidaridad, teórica y práctica, como el que propició el presidente americano en 1960
Necesitamos políticos que reformen el sistema, aunque en el proceso arriesguen sus intereses inmediatos de conquista, permanencia o consolidación del poder
Este es el primero de una serie de artículos en los que diversos intelectuales toman el pulso a la sociedad española en una etapa de transformación e incertidumbre