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Utopías y distopías en las nuevas capitales del mundo

Las nuevas ciudades construidas desde cero, ideadas como símbolos de poder y modernidad, son el foco del nuevo libro de Nick Hannes. Con una mirada crítica, el fotógrafo examina las contradicciones sociales que se esconden tras estos monumentales proyectos urbanos

La Iconic Tower, de 394 metros de altura, en construcción, en el  Distrito Central de Negocios de la Nueva Capital istrativa (Egipto).
Gloria Crespo MacLennan

A lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, el mapa mundial no solo ha visto modificadas suS fronteras, sino que también se han desplazado sus centros de poder. Si, en 1900, existían aproximadamente 40 capitales, en poco más de un siglo la cifra se ha multiplicado, alcanzando las 200. Sorprendentemente, cerca de un 40% de las naciones han considerado en algún momento trasladar la suya.

¿Pero, qué impulsa a un país a mover su centro de gravedad político? ¿Qué se persigue a la hora de edificar una ciudad con vocación de capital partiendo de cero? ¿Cómo debería ser la capital ideal? Estas son algunas de las cuestiones que aborda Nick Hannes (Amberes, Bélgica, 1974) en su último libro, New Capital. Building Cities from Scratch, en el que, como agudo observador de lo cotidiano, adentra al espectador en los distópicos escenarios de seis nuevas capitales: Brasilia (Brasil), Abuya (Nigeria), Astaná (Kazajistán), y Sejong (Corea del Sur), edificadas en las pasadas décadas, así como en las muy recientes Nueva Capital istrativa (NAC, de Egipto) y en Nusantara (Indonesia), en busca de las implicaciones sociales y ecológicas que conllevan.

“El diseño no responde al deseo y necesidades del ciudadano, sino que está concebido, básicamente, como una forma de hacer dinero”, asegura Hannes

El fotógrafo lleva más de una década explorando las dinámicas urbanas del capitalismo contemporáneo y la idea de la ciudad neoliberal, “donde el diseño no responde al deseo y necesidades del ciudadano, sino que está concebido, básicamente, como una forma de hacer dinero”, apunta Hannes durante una conversación telefónica. Su último trabajo podría ser considerado una extensión de Garden of Delight, en el que Dubái se presenta como el patio de recreo por excelencia de la globalización y el capitalismo. Esta metrópolis, surgida de la nada en el desierto, “se ha convertido en el ejemplo de modelo de urbanización a seguir en muchos lugares del mundo. El beneficio económico es el objetivo central. Se obtiene del consumismo, del ocio, del mercado inmobiliario y de la comercialización del espacio público. Esto ocurre también en Europa, aunque de forma menos evidente. Salvo Brasilia, que es una ciudad más antigua, las otras cinco que aparecen en el libro mantienen muchas similitudes con Dubái”.

Dubái ha servido de modelo en Centenary City, un complejo urbanístico en construcción al sureste de Abuya, donde se proyecta levantar la torre más alta de África, villas de lujo, un hotel cinco estrellas, un campo de golf, un parque de atracciones y un centro comercial. También incluirá un safari urbano —con animales inofensivos— y un bazar de artesanía. Será una zona libre de impuestos, totalmente amurallada, donde solo tendrán los ricos y los turistas.

Construida en los ochenta para aliviar la congestión de Lagos, y con propósito de convertirse en una ciudad neutral donde superar las diferencias étnicas y religiosas del que es el país más poblado de África, Abuya se enfrenta al creciente problema de la desigualdad. Aunque su urbanización fue planificada, su expansión evidencia llamativos contrastes sociales: pastores que conducen sus rebaños por las autopistas, y tierras baldías alrededor de las sedes del gobierno central. Lejos de fomentar la integración, proyectos como Centenary City profundizan aún más en la desigualdad social, camuflando los problemas estructurales del país bajo la fachada de la modernidad.

Abuya resultó ser la ciudad más peligrosa y complicada para el fotógrafo. “Los yijadistas y los delincuentes han desarrollado un próspero modelo de negocio basado en el secuestro y la extorsión. La gente vive detrás de muros en complejos cerrados”, destaca. En Indonesia y en Egipto le fue necesario obtener el permiso de las autoridades para fotografiar. La NAC es uno de los megaproyectos del presidente Abdel Fatah al Sisi, destinados a desarrollar la economía del país. Se extiende a lo largo de 725 kilómetros cuadrados de desierto al este de El Cairo. “La nueva capital se convertirá en una ciudad inteligente, segura y ultramoderna”, asegura, Khaled Al-Husseini, portavoz del consorcio gubernamental Capital istrativa para el Desarrollo Urbano (ACUD), en uno de los ensayos que incluye el libro. “Un centro de mando central podrá supervisar toda la infraestructura, las instalaciones, el flujo de tráfico y la calidad del aire mediante sensores, drones y 6.000 cámaras. El subsuelo está repleto de cables de fibra óptica para la transmisión de datos. Los residentes recibirán una tarjeta inteligente que podrán usar para realizar pagos, aparcar y acceder a sus propiedades. Aspiramos a una sociedad sin dinero en efectivo”.

Congreso Nacional de Brasil, diseñado por Oscar Niemeyer. Brasilia (Brasil).

El humor y la ironía son tácticas visuales habituales utilizadas por el fotógrafo para atraer la atención del espectador. De igual forma que lo es la equilibrada composición de las imágenes. Aunque resultan fáciles de leer, encierran varias capas que reflejan las preocupaciones sociales y ecológicas del autor. Cada uno de sus proyectos comienza con una larga etapa de investigación. Pero, una vez que el fotógrafo llega a su destino, la improvisación irá poco a poco ganando terreno. ”La mayoría de mis imágenes son paisajes urbanos que suelen incluir actividades humanas, y estas no se pueden predecir”, advierte el autor. “Observó el mundo como un espectador delante de un escenario. Como fotógrafo trato de adoptar una posición desde afuera, lo que no significa distante. Me involucro con mis sujetos, pero prefiero mantenerme fuera de la acción para conseguir una sensación de alienación”.

Como ocurre con algunas de las fotografías de Hannes, Brasilia puede no entenderse a primera vista: “su vida ocurre en pequeños detalles, que hay que observar con atención para que no pasen desapercibidos”, sostiene el autor. La construcción de la moderna metrópolis comenzó en 1956, cuando Juscelino Kubitschek asumió la presidencia de Brasil. Al igual que en el caso de las capitales de Nigeria y Kazajistán, su creación fue impulsada tanto por el deseo de unidad nacional como por la consolidación del poder de nuevos regímenes. En los tres contextos, esto ha derivado en tensiones étnicas e inestabilidad política. Dividida en sectores, y concebida para el automóvil, la ciudad se organizó en amplios bulevares y aparcamientos. Sin embargo, la utopía de Brasilia —materializada por Lúcio Costa como urbanista y Oscar Niemeyer como arquitecto principal— acabó por consolidar una sociedad segregada, con un centro próspero, reservado para unos pocos afortunados y los suburbios impersonales para las masas. “De los más de 4,5 millones de habitantes del área metropolitana, solo 215.000 viven en el Plano Piloto. Suelen pertenecer a la clase media-alta”, destaca el fotógrafo.

Situada a orillas del río Ishim, al norte de Kazajistán, Astaná se ha desarrollado como un escaparate para arquitectos y promotores inmobiliarios, con lujosos complejos residenciales y grandes centros comerciales que desplazan a los pequeños comercios locales. Un desarrollo impulsado por el dinero del petróleo, que refleja una dependencia de recursos naturales para costear proyectos grandiosos que, lejos de fomentar una ciudad inclusiva, resultan inaccesibles para la mayoría.

“En teoría, construir una ciudad entera desde cero proporciona las condiciones más adecuadas para crear una utopía perfecta”, apunta Dorina Pojani, en el ensayo introductorio. Sin embargo, “centradas en grandes espacios monumentales y su correspondiente ‘arquitectura estrella’ diseñada para inflar egos, son símbolos rimbombantes del poder político masculino: imponentes, mal atendidas, derrochadoras e inasequibles”. Lejos de unificar a sus respectivas naciones, “el resultado son paisajes urbanos distópicos”, concluye la urbanista.

“Todas parecen iguales —como los aeropuertos del mundo—. Carecen de cultura e identidad local, de estratificación histórica y de una población original, lo que las hace muy poco identificables, anónimas y, en cierto modo, desagradables”, se lamenta Hannes

“Todas estas ciudades son tan parecidas que no puedes decir con certeza dónde estás”, destaca Hannes. “Todas parecen iguales —como los aeropuertos del mundo—. Carecen de cultura e identidad local, de estratificación histórica y de una población original, lo que las hace muy poco identificables, anónimas y, en cierto modo, desagradables”.

Rascacielos Northern Lights y Emerald Towers, en el bulevar Nurzhol, en Astaná (Kazajistán).

Sejong es quizás la ciudad más asequible y orientada a las familias de los casos estudiados. Se promociona como un espacio verde y sostenible. “Desde la distancia, parece distópico, pero en la base de las muchas torres residenciales, se despliega un microcosmos de la vida social”, escribe el fotógrafo. “No veo pobreza por ningún lado. Nadie viene a mendigar dinero. No hay crimen, ni basura, ni olor a orina. El espacio público está ordenado; la sociedad funciona de manera eficiente”. Aún así, bastantes funcionarios públicos se niegan a abandonar la bulliciosa Seúl como lugar de residencia y prefieren conmutar diariamente a la nueva ciudad. “Yo también, después de dos semanas de vagar por esta ‘ciudad feliz’ genérica y conformista, anhelo la imprevisibilidad y diversidad de la metrópolis”, concluye el fotógrafo. “En Seúl, saludo la estatua del rey Sejong el Grande del siglo XV, en honor al cual se nombró la nueva capital. Le doy un poco más de crédito a Sejong. Todos los comienzos son difíciles. Toma tiempo para que una ciudad madure”.

New Capital. Building Cities from Scratch. Nick Hannes. Lannoo Publishers. 208 páginas. 45 euros


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Sobre la firma

Gloria Crespo MacLennan
Ha desarrollado gran parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS como editora gráfica y periodista cultural especializada en fotografía. Colabora en diversos medios de comunicación y ejerce como comisaria independiente de exposiciones. Es directora de un documental sobre la pintora Maria Blanchard, ‘26, Rue du Départ. Érase una vez en París’
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