Campanas y subidón: el debut de Sanguijuelas del Guadiana es uno de los discos del año
Desde su pueblo de 1.200 habitantes, tres jóvenes extremeños firman un sorprendente debut que transita de la nostalgia rural a la ‘rave’ flamenca


Y entre tanta estridencia forzada surge una historia tan bonita como esta. Tres chicos de un pueblo de Extremadura de 1.200 habitantes, Casas de Don Pedro (Badajoz). Montan una banda, pero como la cosa no da, se marchan a Madrid para prosperar laboralmente en asuntos ajenos a la música. Ya se conoce el recibimiento que suele dar la capital: alquileres por las nubes, una caña tres euros, una hora para llegar hasta el curro… Después de la atosigante experiencia urbana deciden que eso no es vida (lógico) y se vuelven al pueblo, el entorno que más les motiva (y mucho más asequible), para componer su música y jugársela con lo que les apasiona.
Este viaje de lo rural a lo urbano y el consiguiente retorno es lo que cuenta este debut, uno de los mejores discos españoles del año desde ya. La sugerente aventura que es este Revolá comienza con un sonido de un campanario, unos pájaros cantando y una conversación por teléfono: “Ey, qué dices. Ya no se te ve por el pueblo”. “Pues porque me he tenido que ir a la capital, como todo el mundo”. “Joder, macho, con lo jaribe que estábamos”. A partir de aquí se despliega un universo musical y literario que deja boquiabierto por su frescura, su desparpajo, su calidad. Y todo grabado por unos chicos que rondan los 25 años.
La línea argumental puede ser que vivir en un entorno rural no significa necesariamente interpretar jotas, aunque aquí cierra el disco una. Sanguijuelas del Guadiana (¡vaya nombre!) son jóvenes de su tiempo, que pueden utilizar esos efectos sónicos que tanto repudian los prejuiciosos o convertir una rumba en una enloquecida rave. El trio bebe de Extremoduro, de Los Chunguitos (los dos de su tierra), de Estopa, de Las Grecas, de La Plazuela, la referencia más contemporánea. Pero finalmente son ellos mismos, por una forma original de cantar con deje flamenco y por un sonido rabiosamente actual e intrépido.

Las letras constituyen otro de los puntos destables. En ‘100 amapolas’, una pieza disco, cantan: “Que son 100 amapolas las que robé de la virgen para darte a ti, será lo que me descontrola”. “Y es que quiere parecer que nos perdemos demás en la distancia, que aprendimos ya de chicos el valor para poder ganar siempre todas las batallas”, entonan con palmas que luego se lanzan a un frenético drum & bass. ‘Septiembre’ comienza suave y luego aparece el fantasma cabreado de Robe Iniesta para bramar: “Pasan los años deprisa, y la prisa va secando las flores, que a veces el tiempo no avisa y ya casi siempre somos menos en los bares”.
‘Lleve a mi Extremadura’ contiene unos coros morentianos para luego virar hacia una embriagadora pieza de baile. Y es que hay que tener mucha caradura para fabricar un tema dance mientras cantan: “Lleve a mi Extremadura y allí deje en mi tierra esparcido por los aires para abonar la cosecha”. Aquí se sabe cómo empieza una canción, pero no como transcurre ni cómo acaba. Todo es posible para estos músicos que han grabado un disco que es un masaje para el alma y una juerga para desbarrar.

‘Revolá’
Infarto Producciones
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