Boris Becker: “Si no te haces amigo de los parisinos, no tienes ninguna posibilidad”
El alemán, comentarista de Eurosport, triunfó en Melbourne, Londres y Nueva York, pero no en París. Levantó 49 trofeos, pero ninguno de ellos sobre tierra


Boris Becker (Leimen, Alemania; 57 años) clava sus ojos aturquesados a primera hora de la mañana sobre una reducida selección de interlocutores de los medios internacionales, entre ellos EL PAÍS. Está delgado, tiene la piel blanca y la perilla combina las canas con un toque rojizo. “Agua, por favor”, solicita conforme su garganta va secándose, generoso siempre en la contestación. El alemán responde en condición de comentarista de los canales Eurosport y Max, que emiten en directo y en exclusiva todos los partidos de Roland Garros, y ite tener una espinita clavada: conquistó Melbourne, nadie triunfó siendo más joven que él en Wimbledon (17 años y siete meses) y su tenis le dio también para vencer en Nueva York, además de haber alcanzado la cima.
Sin embargo, nunca logró desbloquear la casilla de Roland Garros, donde la grada ha tenido siempre una influencia radical. No hay términos medios en la Chatrier: amores y odios. Raros son los episodios de indiferencia. Hasta Nadal lo comprobó, rechazado en los inicios. “Es un torneo muy complicado de ganar, porque debes encontrar la manera de lidiar con los aficionados parisinos. Cuando están en tu contra, créanme, no tienes ninguna posibilidad, es imposible, así que tienes que encontrar la manera de hacerte amigo de ellos. Lo ideal es que consigas su apoyo”, introduce el bombardero, que chocó tres veces con la barrera de las semifinales y ofreció un rendimiento muy discreto en el resto de las participaciones, primeras, segundas y terceras rondas.
La tierra, lo prohibido para muchos. Ni uno solo de los 49 trofeos que alzó en su carrera tienen rastro de arcilla. “Llegué a las finales de Roma, en Montecarlo y Hamburgo, pero en aquella época, Wilander y Agassi eran mejores que yo en esa superficie. Simplemente hay que aceptarlo. Como perfeccionista que soy, me hubiera encantado ganar en todos los terrenos, pero no fue posible”, afirma. Sí lo consiguió Novak Djokovic, al que dirigió durante dos años —coincidiendo con la fase más dominante del serbio— y con el que comparte una profunda amistad. “Es una especie de hermano pequeño. Le quiero”, matiza. “Y creo que le queda tenis, pero ahora debe ser realista. No está rejuveneciendo”, continúa.
Alcaraz es el chico de oro, su juego es fascinante. La presión es para él, todo el mundo espera que gane
Nole ha cumplido 38 años y su rendimiento en las últimas fechas extiende la duda sobre hasta dónde será capaz de llegar, si el final va acercándose. ¿Le queda cuerda de verdad? “No puede jugar para siempre, así que debe enfrentarse a esa realidad y pensar: ¿cuánto más quiero jugar?”, plantea. El balcánico y Andy Murray acordaron finalizar su vínculo a las puertas de Roland Garros, algo que sorprendió a Becker. “Pero Novak es un tipo inteligente, sabe lo que hace. Lo sabe casi todo sobre el tenis, lo ha ganado todo. ¿Hay alguien con el que pueda hablar que sepa más que él? Ese es el reto, encontrar a alguien del que pueda aprender algo a estas alturas. Eso es lo difícil”.

El alemán se declara “fan” de Carlos Alcaraz. Califica al español como “el chico de oro” de su deporte y aprecia sobremanera su “estilo propio”. Precisa que “tiene un juego fascinante” y, al hilo del documental estrenado en abril, en el que el tenista asegura querer convertirse en el mejor de todos los tiempos a su manera, por una vía diferente, recuerda que “llegar a la cima es difícil, pero mantenerse aún lo es más”. “Veremos dónde está dentro de 10 o 15 años. Espero que pueda jugar durante tanto tiempo y que tenga éxito. Escribirá su propio camino y me emociona verlo”, agrega, a la vez que le señala como el gran favorito al triunfo en esta edición que va cogiendo cuerpo.
Sobre la arena sa ya no está Nadal, “una auténtica leyenda” a la que “cualquiera que ame el tenis echa de menos”. En todo caso, Becker considera que “paró en el momento adecuado”, porque “cuando se tiene tanto éxito, existe el peligro de no conocer la salida”. En constante evolución, el tenis continúa perfilando la nueva era, por la que van asomándose nuevos talentos y en la que Alcaraz y Sinner protagonizan ya la siguiente gran rivalidad. El italiano, número uno, ha vuelto tras su castigo por dopaje. Y el entrevistado lo celebra: “Me gusta Jannik, me alegro de que todo haya acabado. El tenis le necesita. Él y Carlos tienen estilos y personalidades diferentes”, destaca.
Independientemente del tenis, la salud mental de la generación Z es un problema y hay que abordarlo
“Creo que la presión es para Alcaraz, creo que todo el mundo espera que gane. No creo que esté sobre Sinner, así que eso puede jugar a su favor”, prolonga el comentarista, al que le gusta lo que ve. El curso pasado, “un anticipo del futuro”: dos grandes para uno y otros dos para otro. “Y yo añadiría a la mezcla a [Jack] Draper y a Zverev, porque somos amigos y es alemán”, desea. Pero cree Becker que, a corto y medio plazo, el devenir seguirá siendo una cuestión fundamentalmente de dos, siempre y cuando no interfiera en contra de ambos un factor tan incontrolable —o no, según precisaba el italiano en un encuentro con este periódico en febrero del año pasado— como el mental.
“La psicología y el tenis son muy importantes. De hecho, la fuerza mental decide si ganamos o perdemos”, aclara. “Pero yo diría que, en un contexto más amplio, la salud mental de la generación Z, como me gusta llamarla, es un problema. Independientemente de si eres tenista o no. Si tienes hoy día 25, 27 o 28 años, tienes problemas de salud mental y hay que abordarlos, porque son jóvenes, es nuestro futuro, y tienen que tener una mentalidad sana ante la vida”, se extiende Becker, antes de concluir: “En nuestro marco, si eres tenista eres aún más sensible porque es un deporte individual, así que la claridad mental es clave. Por eso muchos jugadores hablan de ello. Es la diferencia entre ganar y perder”.
“¿GANARÍA NOVAK A BORIS EN HIERBA?
Becker era un portento al servicio e históricamente figura entre los grandes ilustres de la raqueta. Carismático y apoyado en sus tiros definitivos, protagonizó las feroces rivalidades entre finales de los ochenta y principios de los noventa: Lendl, Wilander, Edberg, Agassi, Chang, Courier. ¿Continúa el tenis en buenas manos tras Federer, Djokovic y Nadal?
“Soy un poco anticuado en el sentido de que me cuesta comparar generaciones. Hoy hay raquetas diferentes, zapatillas distintas. El sistema es diferente al de los setenta, ochenta y novente. No sé quién es mejor, si [Rod] Laver o Sinner, si [John] McEnroe o Alcaraz. Depende de la superficie. ¿Y Roger? ¿Y Rafa? ¿Qué hay de Novak?”, se pregunta.
“Sólo te puedes guiar por los números. Y, en ese sentido, creo que todos estamos de acuerdo en que el más exitoso es Novak. ¿Es él el mejor? ¿Habría ganado a McEnroe o a Becker en hierba? No lo sabemos. Por eso no quiero ser juez en eso”, prosigue el analista, satisfecho con el asentamiento progresivo de la última hornada.
“Estaba un poco preocupado por lo que iba a pasar después de los tres grandes, así que estoy contento de que haya un Alcaraz, un Sinner y un Zverev. Me alegro de que estén llegando Mensik, Fonseca o Shelton. El tenis está en una posición muy buena porque hemos cruzado el puente, la brecha de las generaciones. Lo hemos hecho bien”, zanja.
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