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La Policía impide la implantación en España de la peligrosa mara Salvatrucha con el arresto de 27 pandilleros

Los investigados habían recibido el encargo de cometer un asesinato e intentaban conseguir armas de fuego

Material intervenido a los presuntos integrantes de la mara Salvatrucha detenidos a finales de marzo por la Policía Nacional en la Operación Astas.

Importante golpe policial en España al peligroso grupo pandillero Salvatrucha 13. La Policía Nacional ha detenido a 27 presuntos integrantes de esta organización ―catalogada recientemente por las autoridades de EEUU como organización terrorista― cuando intentaban montar en Madrid y Barcelona una estructura dedicada, principalmente, al tráfico de droga y el sicariato. La investigación, iniciada a finales de 2023, se precipitó en la madrugada del 27 de marzo al tenerse constancia de que el grupo había recibido el primer encargo para cometer un asesinato y estaba intentando conseguir armas de fuego.

Los detenidos están acusados de los delitos de pertenencia a organización criminal, homicidio, lesiones, robo con violencia y tráfico de drogas. De los 27 arrestados, 18 lo fueron en la provincia de Madrid; siete, en la de Barcelona; uno, en la de Tarragona y el último, en la de Alicante. El titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Madrid ha ordenado el ingreso en prisión provisional de siete de ellos y mantener también a otros dos que ya estaban encarcelados por hechos delictivos anteriores. Uno de ellos, por el asesinato en 2023 de un joven al que confundió como miembro de un grupo rival.

El máximo responsable de las pesquisas, el comisario Vicente Martínez, ha destacado este miércoles en la rueda de prensa en la que se han facilitado datos de la bautizada como Operación Astas que con estos arrestos se ha impedido la implantación de una organización con capacidad de “desestabilizar la seguridad del Estado” que pretendía extenderse a otras provincias españolas y países europeos. “Si se les deja organizarse, se hacen mucho más potentes y difícil de combatirlos”, ha alertado el alto mando policial.

La organización ahora desmantelada se organizaba en lo que en la jerga pandillera se denomina clicas (pequeño grupo que controla un territorio concreto de una ciudad) que, a su vez, estaban bajo el paraguas de lo que se denomina un programa, una estructura superior que es la que organiza sus actividades delictivas manteniendo una fuerte disciplina interna que incluye graves castigos a los que se la salten. A su vez, el programa ahora desmantelado estaba supeditado al brazo de la mara Salvatrucha asentada en Estados Unidos ―país en el este grupo surgió en los años 80 entre inmigrantes salvadoreños para luego extenderse por América y Europa― de la que recibían instrucciones y que, a cambio de aportaciones económicas periódicas de entre 500 y 1.000 euros, les permitía utilizar su marca en España.

La investigación ―iniciada después de que el FBI alertara a la policía española de que iba a deportar a un integrante de nacionalidad española de la mara Salvatrucha que había cumplido cuatro años de condena en EEUU― permitió constatar la existencia de clicas organizadas en Madrid y Barcelona que, tras reactivarse, había comenzado a coordinarse y a buscar nuevos integrantes. “Era la primera vez que veíamos en España una agrupación de clicas coordinadas por un programa con objetivos a largo plazo”, ha detallado el inspector jefe Marcos López. Las pesquisas revelaron que, además, estas clicas mantenían os con maras asentadas en Centroamérica y, sobre todo, con la de Estados Unidos a la que había pertenecido el deportado y con cuyos jefes mantenían frecuentes os mediante videollamadas a través de aplicaciones de mensajería instantánea encriptadas para recibir instrucciones

Entre las órdenes recibidas de esa matriz estadounidense estaba mantener de inicio un perfil bajo para no llamar la atención de las fuerzas de seguridad. Para ello, les habían ordenado que se limitaran inicialmente al tráfico de drogas a pequeña escala (principalmente de marihuana, cocaína y tutsi o cocaína rosa) como principal forma de conseguir fondos. Sin embargo, los líderes del grupo en España habían dado un paso adelante y se planteaban cometer delitos de mayor envergadura, como asesinatos por encargo. En el momento de su detención aún no tenían armas de fuego, aunque en los seis registros domiciliarios practicados sí se les intervino una pistola simulada, un puñal, varios bates y puños americanos, así como ropa y dibujos para tatuajes en los que aparecen los símbolos más característicos de la mara como una garra, la figura de la muerte o las siglas MS.

Los ahora detenidos ―todos entre los 20 y 30 años y de nacionalidad salvadoreña, española, hondureña, peruana, colombiana y ecuatoriana― son descritos por la Policía como “agresivos” y “muy violentos”, y buena parte de ellos tenían antecedentes por haber pertenecido con anterioridad a grupos delincuenciales similares tanto en España como en sus países de origen. Los responsables policiales de la investigación destacan que detrás de la mara Salvatrucha se esconde un modo de vida en el que la violencia es una constante, incluso entre sus .

De hecho, el rito de iniciación por el que deben pasar todos los aspirantes a integrarse en la mara, denominado en la jerga como brincado, consiste en que el novato se enfrente a una paliza de 13 segundos por parte de otros integrantes e, incluso, se le obliga a cometer un delito de envergadura, que puede ser una agresión o un homicidio. En el caso de las mujeres ―entre los detenidos hay una de nacionalidad española―, estas son obligadas a mantener relaciones con uno o varios integrantes, a veces en presencia de sus familiares. “En las maras se entra, pero no se sale”, ha recalcado el inspector jefe López, quien destaca que los que intentan desertar se enfrentan a la amenaza de la muerte. “Lo que motiva a una persona a pertenecer a una mara es la burbuja de protección que genera”, añade el mando policial para explicar que, pese a todo, haya candidatos a integrarse en estos grupos.

Uno de los investigadores detalla que durante las intervenciones telefónicas a los sospechosos escucharon como el padre de uno advertía a su hijo, precisamente, de que no se uniera a estos grupos porque la familia había huido de El Salvador para alejarse de la violencia pandillera. “El hijo, sin embargo, ya era uno de los más violentos de la organización”, recuerda el agente.

La lucha contra la implantación de los grupos pandilleros en España es uno de los objetivos de las fuerzas de seguridad, aunque hasta ahora los episodios registrados en España estaban protagonizados no tanto por de Barrio 18 o la Mara Salvatrucha, sino por “emuladores” o “franquicias”, señalan fuentes policiales. El primero se remonta a marzo de 2014, cuando siete clicas ―estructura mínima de estos grupos que controla un territorio concreto― de la Mara Salvatrucha negociaron unirse en un encuentro secreto celebrado en diciembre del año anterior en el que se planificaron dos asesinatos. La Audiencia Provincial de Alicante condenó a todos ellos en 2018 a penas entres 6 meses de cárcel a 13 años y 3 meses.

Más recientemente, en febrero de 2023, la Policía Nacional y la Guardia Urbana de Barcelona detuvieron en la capital catalana a 15 personas ―en su mayoría centroamericanos, pero también varios paraguayos y un español― con edades entre los 18 y los 37 años que supuestamente intentaban implantar una franquicia de Barrio 18, otro de estos grupos pandilleros. En febrero de 2024, se detuvo también en Barcelona a tres personas que supuestamente realizaban labores de proselitismo para captar para Barrio 18 en Nou Barris (el distinto de menor renta de los 10 de Barcelona) y en L’Hospitalet de Llobregat, donde se habían asentado.

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