“Tutuaje”, “cocholate” o “hipotátimos”. Las últimas palabras que dijimos mal de niños
A raíz de una columna de Manuel Jabois, varios lectores recuerdan con cariño aquellas frases o expresiones que sus hijos o ellos mismos decían de pequeños sin que nadie les corrigiera


“Hace una semana visité a unos amigos cuya hija está aprendiendo a hablar. No conoce la mentira, ni entiende que los demás no podamos saber qué piensa. Les he dicho a sus padres que ojalá conserven sin corregir alguna de esas palabras que dice ahora porque en el futuro la necesitarán para paliar la dichosa y feliz destrucción del tiempo”, escribe el columnista de EL PAÍS Manuel Jabois en su artículo titulado Tatuaje.
En realidad, ese titular es el correcto, el normativo, pero nos preguntamos si el autor hubiera preferido que el título de su columna fuera “Tutuaje”, la palabra que, como él mismo cuenta, su hijo, de pequeño, pronunciaba mal. Aquella fórmula, escribe, “se convirtió en nuestra palabra fetiche hasta que el mundo, ajeno siempre, como debe ser, a los deseos egoístas de su familia, le acabó enseñando lo que no le enseñaban en casa”.
Como el hijo de Manuel Jabois, los hijos de otros lectores de EL PAÍS, incluso ellos mismos cuando eran niños, tuvieron palabras y expresiones que se convirtieron en familiares, bromas internas, aún hoy en día cariñosas. En la cuenta de Instagram de El País Opinión algunos de ellos han recordado las últimas palabras que dijeron mal de niños. Esta es una selección:
Seres vivos y el cuerpo humano
Empezamos por lo básico. Mirar el mundo con los ojos de un niño es igual que expresarlo: es algo totalmente nuevo para ellos y, de paso, para los adultos que les rodean. Algunos ejemplos:
- Cuenta Lorena que su hijo “una vez, orgulloso de lo que había aprendido, nombró las partes de su cara y, al llegar al mentón, dijo con profunda convicción: ‘Este es el pimentón”.
- Aldana: “Cuando mi hijo ya no diga más ‘tutuda’ y diga ‘tortuga’, pues será el fin”.
- El renat: “Alfacochas, calameón, alviculares... Jamás la corrijo, me da ternura. Totalmente identificada con el artículo”.
- Alberto: “Yo todavía sigo diciéndole a mis padres que me lleven al zoo a ver a los hipotátimos”.
- María recuerda un clásico infantil: el “murciégalo”.
- Lo del niño de Elena también fue un descubrimiento, como cuenta ella misma: “Mi hijo era muy pequeño, como 3 años. Tengo una tía monja que ese verano se presentó en el pueblo con varias monjas y varios curas y frailes. Estábamos todos comiendo y de repente mi hijo, desde su trona, empezó a señalar a cada persona con un ‘pito, vulva, vulva, pito, vulva’, dependiendo de si al que señalaba era hombre o mujer. Le acababan de enseñar en la guardería la diferencia entre varones y hembras en cuanto al aparato reproductor. Casi me muero de la vergüenza…”.
El día a día
Aquí, una selección de esas palabras que vuelven las cosas ordinarias en extraordinarias contadas por sus seres más cercanos:
- Carmen: “Mi niña decía que su pelo era ‘gastaño’, nunca la corregí”.
- Cristina: “Cocholate, lo echo de menos”.
- Alicia: “Calcinzollos, abruchar, arreglamientas, traganta... Son palabras mágicas”.
- María Aurora: “Pamolitas, capotable, pelo grande en vez de largo y, consiguientemente, pelo pequeño al corto”.
- Zick: “El mío dice ‘manquetilla’. Esa la dejamos sin corregir porque nos gusta mucho cómo la dice”.
- Silvia: “A Pauli le gustaban los ‘fiores’ (fideos) y el ‘cocholate’... Aún recuerdo su carita”.
- Toñy: “A mi hijo adolescente le recordamos la época en la que temía en convertirse en un ‘vambiro”.
Expresiones que ¿por qué no?
Los niños a veces son más intuitivos que el lenguaje. Lo demuestran estos ejemplos que relatan sus madres y personas queridas:
- Natalia: “Mi hija, cuando me iba a trabajar y le decía que no podía venir conmigo, siempre me decía: ‘Ama, no te vayas sinmigo”.
- La usuaria naguarura recuerda una frase que se decía antes de cualquier trayecto: “Mamá, aún no estamos ‘cinturados’, ¡no enciendas el coche!”.
- Lucía: “Mi hija de peque decía ‘patal patal’ por ‘fatal’. A mi hijo súper pequeño le dije que todo lo que subía bajaba y me contestó: ‘No mami, las burbujas no”.
- Isabel recuerda esta frase: “Abuelo, a ti todavía no te han ‘cirujado’ (refiriéndose a una cirugía)”.
- Katherine: “Mi hijo decía, en lugar de ‘yo pensaba’, ‘yo pensia’. Y a día de hoy de vez en cuando lo seguimos usando”.
- Patricia: “En mi casa seguimos utilizando ‘caricioso’ cuando algo es suave”.
- Ana: “Le di a mi hija una moneda de Reino Unido, le dije que era extranjera. Cuando se la enseñó a su padre le dijo que tenía una moneda ‘granjera”.
- María: “Mario decía ‘muchopitado’ en vez de muy rápido. Y me encanta que diga ‘libroteca’ en vez de biblioteca porque, según él: ‘Mamá, si aquí lo que hay son libros, no biblios”.
- Anna: “Mi hija, un día en la mesa, soltó un ‘esto sabora muy bueno’ y me pareció tan lógico y lo dijo tan convencida que de más mayor ella no entendía que el verbo ‘saborar’ no existiera…”.
Puedes leer todas las palabras y expresiones aquí.
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