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Columna
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Miedo a las noticias

Trump se comporta como si la Bolsa le diera igual porque cree que la IA va a cambiar el paradigma económico mundial

Un trabajador de Lehman Brothers salía de las oficinas de la firma en Londres el 15 de septiembre de 2008, día de la quiebra de la compañía.
Delia Rodríguez

Recuerdo algunos detalles de un lunes de septiembre de hace 17 años. Trabajábamos en una Redacción muy joven, y una de nuestras compañeras más veteranas, la gran periodista económica Ana Cañil, al ver las noticias que llegaban de una firma de Wall Street cuyo nombre, Lehman Brothers, jamás habíamos escuchado, empezó a dar vueltas por la oficina diciéndonos: “No tenéis ni idea de lo importante que es esto, no tenéis ni la menor idea”. En aquel momento no le hicimos mucho caso, pero esa frase ha quedado grabada a fuego en la memoria oral que guardamos de esa época. Cuenta la leyenda que incluso nos reímos un poco, pensando que esos ejecutivos que abandonaban los rascacielos con sus cosas metidas en cajas poco tenían que ver con nuestras vidas. Un año después, ese medio, soitu.es, cerró, todos los redactores nos quedamos sin empleo y jamás volvimos a reírnos tanto en un trabajo.

Una periodista no debería tener miedo a las noticias, porque son su materia prima, pero yo, desde entonces, lo tengo. Mi forma de enfrentarme a la información que me atemoriza consiste en consumirla con más intensidad. Por lo que he comprobado en las estadísticas de tráfico digital a lo largo de mi carrera, comparto el patrón con gran parte de la audiencia. Cualquier noticia que provoque temor es susceptible de generar grandes volúmenes de tráfico: los picos de visitas observados durante la pandemia fueron inauditos. Ese es el motivo por el que abundan los contenidos que tratan sobre nuestros miedos, grandes y pequeños, nuevos y atávicos; por eso es sano sospechar de quienes los fomentan. Estos días no puedo parar de leer sobre shocks de oferta y demanda, mercados bajistas, historia de los aranceles. También pienso mucho en mi antigua compañera de trabajo.

Lo último que desea encontrar quien consume información para calmar su incertidumbre es la ausencia de respuestas lógicas. ¿Por qué un Gobierno querría infligirse una autocrisis de este calibre? Entiendo, por supuesto, que Trump considera esta debacle bursátil como una situación transitoria en el camino para conseguir unos Estados Unidos ricos y poderosos, con trabajadores industriales y amas de casas sonrientes. Pero, ¿por qué piensa que lo va a conseguir precisamente él, justo ahora? Creo que la inteligencia artificial (IA) esconde parte de la respuesta, aunque es difícil de interpretar desde la distancia y no descarto que esta explicación sea un sesgo de mi mente intentando racionalizar la estupidez. Aclararía, eso sí, por qué los grandes líderes tecnológicos (excepto Musk) están encajando las pérdidas tan callados. En marzo, el analista estrella de The New York Times Ezra Klein publicó un episodio de su podcast titulado ”El Gobierno sabe que la IA general está llegando”, donde explicaba que se había extendido la percepción entre un buen número de expertos, dentro y fuera de la istración, de que la superinteligencia podría alcanzarse durante este mandato de Trump. No es necesario que un hecho sea cierto ―ni siquiera que sea posible― para que influya en la realidad que está creando. Trump se comporta como si la Bolsa le diera igual porque cree que pronto va a cambiar todo el paradigma económico. Trabaja con el escenario de que, si China no lo estropea, cada habitante, cada empresa y cada Gobierno del mundo van a pagar por la IA que están desarrollando las grandes empresas de EE UU lo que haga falta con tal de no quedarse atrás en un salto tecnológico histórico. No sabemos lo importante que es esto, no tenemos ni idea.

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Sobre la firma

Delia Rodríguez
Es periodista y escritora especializada en la relación entre tecnología, medios y sociedad. Fundó Verne, la web de cultura digital de EL PAÍS, y fue subdirectora de 'La Vanguardia'. En 2013 publicó 'Memecracia', ensayo que adelantó la influencia del fenómeno de la viralidad. Su newsletter personal se llama 'Leer, escribir, internet'.
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