El extraño matrimonio entre una lata de mejillones y un bote de kétchup
El cubo amarillo acoge con deseo hasta siete tipologías de residuos, desde envases de aluminio hasta briks o botes de plástico. En la planta de separación se encargan de clasificarlos como mandan los cánones
Si somos lo que comemos, ¿qué pensaríamos de alguien que combina los mejillones en escabeche con el kétchup? Antes de dejarnos llevar por las primeras impresiones, démosle una oportunidad. Pensemos: ¿dónde tira la lata y el bote? Porque aunque sea una persona de paladar dudoso quizá estemos ante alguien que sí tiene claro que al cubo amarillo no va el plástico, así como generalidad, sino que se depositan envases de plástico, de metal, briks... El único sitio, quizá, donde podemos entender que los mejillones escabechados pueden convivir con el bote de kétchup. Tanto la lata como el bote en el que se comercializan deben tirarse en el contenedor amarillo para su correcto reciclaje. Los materiales con los que se fabrican no tienen nada que ver, cierto, pero en la planta de separación se encargan de clasificar los residuos según su tipología. Una vez seleccionados, se mandan a las plantas de reciclaje, donde se convertirán en materia prima con la que fabricar otros envases.
Desde el 24 de abril de 1997, cuando se promulgó en España la ley 11/1997 de Envases y Residuos de Envases, existe el contenedor amarillo. Pues bien, hay quien todavía lo asocia de forma errónea a residuos de plástico, pero en él tienen cabida hasta siete tipos de materiales diferentes. Los envases metálicos, como la lata de mejillones, se fabrican con aluminio o acero y van al amarillo. El brik, compuesto de aluminio, cartón y plástico, también va a este contenedor. El bote de kétchup es de PET (Polietileno Tereftalato), un tipo de plástico diferente al PEAD (Polietileno de Alta Densidad), con el que se fabrican las botellas de los productos de limpieza o higiene. Todos van al amarillo, como el plástico film y el mix de plástico, que completan las siete tipologías existentes en las plantas de selección.
La premisa es que todos los envases domésticos van al amarillo. En la planta de selección se encargan de clasificar todos los residuos y enviarlos por separado a la planta de reciclaje pertinente. Solo hay una excepción, aquellos fabricados íntegramente con cartón, que se deben tirar al contenedor azul. Un buen ejemplo es la caja en la que se venden las latas de conservas o el cartón de las latas de bebidas.
Tipologías de residuos que van al contenedor amarillo
Las plantas de separación distinguen entre siete tipos diferentes de materiales para su clasificación y correcto reciclaje. Eso explica que residuos tan dispares como una lata de conservas y un bote de salsa se depositen en el mismo cubo
Grupo 1

Plástico Film
Grupo 2

PET (Polietileno Tereftalato)
Grupo 3

PEAD (Polietileno de alta densidad)
Grupo 4

Plástico mezcla
Grupo 5

Briks
Grupo 6

Acero
Grupo 7

Aluminio
Víctor Izquierdo, especialista de Ecoembes en plantas de selección de residuos, afirma que las 97 instalaciones repartidas por el país están preparadas para separar las siete tipologías de residuos que llegan en las bolsas amarillas. Cuentan con sistemas automatizados y con diferentes técnicas para hacer el cribado cuando pasan por las cintas transportadoras.
- Campos magnéticos para el aluminio. Gracias a las corrientes de Foucault se apartan los envases fabricados con materiales no ferrosos, como la mayoría de las latas de conservas y de bebidas.
- Un imán gigante para el acero. Los envases metálicos fabricados con una aleación de hierro y carbono se ven atraídos del flujo principal de residuos por la fuerza magnética.
- Un aspirador para el plástico film. Un aspirador succiona envases como las bolsas de plástico o el material que recubre las bandejas de alimentos, lo que permite agruparlos en la misma categoría.
- Un separador óptico para el PET, el PEAD, los briks y el mix de plásticos. Los envases atraviesan varios láseres que, en milésimas de segundo, reconocen su composición. Un chorro de aire los lanza a cuatro espacios distintos.
Bote de salsas

PODERES
Elasticidad
Ingravidez
Inmortalidad
Bote de salsas

Elasticidad
El PET (Polietileno Tereftalato) es flexible, lo que permite apurar la cantidad de producto y que no se genere desperdicio alimentario.
Ingravidez
Es tan ligero que resulta muy fácil de manejar y de transportar, lo que reduce la huella de carbono.
Inmortalidad
Se puede reciclar infinitas veces sin perder propiedades. No hace falta enjuagarlo en casa antes de tirarlo.
Lata de conserva

PODERES
Vida extra
Longevidad
Inmortalidad
Lata de conserva

Vida extra
Si se lava, se puede reutilizar como recipiente en el que servir un aperitivo.
Longevidad
Al ser herméticas, impiden la entrada de cualquier agente contaminante y garantizan la conservación del alimento.
Inmortalidad
El aluminio, material con el que se fabrican, se puede reciclar infinitas veces sin perder propiedades.
La caja de cartón en la que se comercializa va al cubo azul
Grandes errores y aciertos
Izquierdo explica que los trabajadores de las plantas de selección pasan un control de calidad para “corregir los posibles errores” cometidos por los procesos automáticos.
También los más ecorresponsables pueden cometer errores por exceso. Uno clásico es el de lavar los envases. Izquierdo: “Está bien vaciar el contenido sobrante, pero no hace falta lavarlo. Ya se encargan de ello en las plantas de reciclaje”. Supone un desperdicio de agua. Claro que hay quien lo enjuaga mínimamente, porque la bolsa amarilla tal vez no se baja a diario y si la lata tiene restos de pescado puede generar malos olores en verano.
Otra acción, esta bienintencionada y acertada, es la de aplastar los envases. La lata de bebidas es muy resistente, apilable, aguanta hasta 90 kilos en su vertical cuando está cerrada y llena; pero es muy fácil de reducir cuando carece de líquido. La botella de agua de 1,5 litros, que se compra en zonas en las que la del grifo no está muy buena, puede quedar reducida a un cuarto de su tamaño. Hay que estrujarla y ponerle el tapón (ya adherido de serie, una medida surgida del ecodiseño y obligatoria desde el 3 de julio de 2024) para que no se vuelva a expandir. El brik de leche o de zumo puede convertirse en un canutillo si se despliegan las cuatro esquinas, se enrolla y se cierra.
Izquierdo explica los beneficios de estos gestos inconscientes para algunos: “Caben más residuos en la misma bolsa, lo que permite llevar más cantidad en el camión, optimizar el transporte hasta la planta de separación”. La huella de carbono se reduce.
La sensatez y la responsabilidad a veces conducen al ciudadano a cometer errores en el reciclaje. En la playa o la montaña o en una cena con amigos, cuando la bolsa de patatas fritas de 150 gramos se ha terminado se utiliza como recipiente para depositar en ella la lata de bebida vacía y el bote de aceitunas. Se evita el uso de una bolsa de basura, se le está dando un segundo uso a un residuo. Pero a la hora de tirar ese lote de desechos, hay que sacar los envases de dentro y echarlos a la bolsa amarilla por separado. Izquierdo aclara lo que sucede si no se lleva a cabo esta acción: “Los sistemas de separación van a detectar el envase exterior, pero no el interior, y puede que no sean del mismo material”.
GENTE RRRESPONSABLE
que Reduce, que Reutiliza, que Recicla

Al contenedor amarillo van todos los envases ligeros domésticos salvo los que son de cartón, que se deben tirar al azul
Víctor Izquierdo
Especialista del área de tratamiento de la oficina técnica de Ecoembes
Supervisa las instalaciones de la Comunidad de Madrid, El País Vasco, Aragón, Castilla-La Mancha y las Islas Baleares.
Tras ejercer como director técnico de una planta de tratamiento de residuos, este ingeniero de montes (Cuenca, 42 años) se incorporó a Ecoembes como supervisor de las instalaciones de selección de envases. Lleva siete años asesorando a los responsables de las plantas de separación. “Cambiamos procesos. Es un continuo, se trata de ir optimizando el funcionamiento de estas instalaciones”, afirma.
Uno de los resiudos del cubo amarillo que se procesa son las bolsas de plástico, un envase que sirve para hacer pedagogía de las tres erres. Desde mayo de 2018, los establecimientos están obligados a cobrar por este envase. La primera R indica reducir, por lo que a la compra cada uno tiene que llevar su bolsa, sea una de plástico o de tela o de rafia. Si no queda más remedio que pedir una, se debe reutilizar, la segunda R. “Debemos fomentar la reutilización de los envases”, anima Izquierdo. Cuando ya esté inservible, se debe depositar en el contenedor amarillo para su correcto reciclaje, la tercera R. Las bolsas de plástico se encuadran en la categoría de plástico film, recuerda el especialista de plantas de selección. Cuando llegan a la cinta transportadora, una máquina las succiona para separarlas. Con esa bolsa se fabricará otra bolsa.