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El alto costo de la maternidad en Colombia: el salario de las mujeres con hijos disminuye hasta un 48%

La poca flexibilidad en los empleos, y mayor responsabilidad del cuidado que recae en las mujeres, influye en la reducción de ingresos frente a los hombres o trabajadoras sin hijos

Una migrante venezolana pide dinero en Bogotá, en 2019.

Si existe una duda en común entre mujeres embarazadas probablemente es qué tan seguro es su escenario laboral. La expectativa de la maternidad se cruza con el interrogante sobre si están en un lugar que ofrezca equilibrio entre las condiciones económicas adecuadas y el tiempo que quisieran dedicar a sus familias. En síntesis, poder asumir una crianza tranquila. Un análisis reciente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) muestra un panorama poco amable: los ingresos por hora trabajada para las mujeres con hijos o hijas en Colombia pueden disminuir hasta en un 48%.

Se trata de un fenómeno global, —aunque varía entre países según sus niveles de desarrollo— acentuado en América Latina y conocido como “child penalty”: las desventajas o el “castigo” que experimentan las mujeres con hijos en el mercado laboral, en comparación con los hombres o con mujeres sin hijos. El análisis de ANIF empleó datos del Departamento istrativo Nacional de Estadísticas (DANE) desde enero de 2015 hasta septiembre de 2024, excluyendo el 2020 por los efectos de la pandemia, para identificar grupos de madres con características similares a partir de información indirecta del hogar. La entidad observó las diferencias en el salario frente a las mujeres sin hijos y los cambios con el paso del tiempo.

Parte de los resultados sorprendieron a la vicepresidenta de ANIF, Luz Magdalena Salas. “Existe una penalidad del 16,4% de menos salario para mujeres con niños o niñas menores de 5 años. Pensamos que la brecha se reducía en la medida que los hijos crecen y exigen menos labores de cuidado y lo que encontramos nos sorprendió realmente: la diferencia salarial es del 35% para madres con hijos entre 5 y 12 años y es aún más grande cuando están entre 13 y 25 años, con el 48%”, señala.

Los datos reflejan que la maternidad marca un punto de inflexión en las decisiones que definen la trayectoria laboral de las mujeres y que pueden tener efectos acumulativos, un dilema usualmente inexistente para los hombres, dado que la mayor parte de las tareas del cuidado recaen sobre la población femenina. Esa realidad la han advertido investigaciones como las del premio Nobel de Economía de 2023, Claudia Goldin.

Las mujeres en Colombia dedican en promedio 7,4 horas diarias a responsabilidades de la casa frente a 3 de los hombres, prácticamente una jornada entera de trabajo que implica toda una carga mental, especialmente para las madres, como lo ilustró la sa Emma Clit en este cómic. Ese desbalance exige buscar o preferir cargos que permitan armonizar el empleo y el hogar. “Las mujeres con hijos no necesariamente se van del mercado laboral, sino que empiezan a tener empleos más flexibles, con condiciones de menor calidad. En la medida que los hijos crecen pueden trabajar más horas, pero los salarios no siempre se recuperan”, agrega Salas.

Patricia Rodriguez alista a su nieta para llevarla al jardin en la zona de Cazucá, Soacha, Colombia.  En junio de 2022.

Lo que ocurre en ese camino laboral tiene consecuencias sobre etapas más avanzadas. En Colombia, solo 2 de cada 10 mujeres en edad de jubilación acceden a una pensión frente a 3 de cada 10 hombres. “El desempleo estructural femenino es más alto y la informalidad también. Si a eso se suma que las mujeres que logran emplearse tienen diferencias salariales, estamos ante un tema de preocupación que debería generar respuestas”, enfatiza Andrés Velasco, presidente de la Asociación Colombiana de as de Fondos de Pensiones y Cesantías, Asofondos.

EL PAÍS consultó a cuatro madres, desde los 33 hasta los 42 años de edad, con hijos e hijas desde los 2 hasta los 15 años, empleadas en sectores y ciudades distintas: Quibdó, Ibagué y Bogotá. Ninguna siente que haya enfrentado un castigo salarial, pero coinciden en la importancia de tener fuertes redes de apoyo para que no ocurra. Consideran que la solución no es pensar que las madres son menos capaces en el trabajo, sino asegurarles condiciones dignas y poder equilibrar las responsabilidades del cuidado. “Es algo que evalúan algunas empresas en entrevistas de trabajo. Influye mucho la edad del niño, quién lo cuida o ayuda a cuidarlo”, dice una de ellas.

Andrea es mamá de dos menores, incluida una niña de 2 años con esclerosis tuberosa, una enfermedad huérfana. “Los cuidados, las citas médicas, las emergencias, todo es muy desgastante. Tengo la fortuna de tener un jefe comprensivo y de contar con un esposo con quien somos un equipo completo, pero sé de otras mujeres que carecen de esto. Es importante que las empresas sean flexibles en las políticas del cuidado”, subraya.

Las barreras existen desde la puerta de entrada a las oportunidades laborales. La Encuesta Nacional de Demografía y Salud de 2015 encontró que a más del 30% de las mujeres les pedían pruebas de embarazo para acceder a un empleo, a pesar de ser ilegal, señala la abogada y académica Natalia Ramírez. “En estudios más recientes encontramos que al 40% de las mujeres en Bogotá les habían pedido prueba de embarazo. Hay empresas que las incluyen de manera subrepticia en procesos de selección”, apunta la directora del centro de investigaciones socio-jurídicas y codirectora de la iniciativa ‘Digna, Trabajo y Género’, de la facultad de Derecho de la Universidad de los Andes.

Salas, la vicepresidenta de ANIF y madre de dos menores de 9 y 11 años, también cuestiona los sesgos de género que persisten al evaluar hojas de vida. “Algunos empleadores descalifican a mujeres con hijos porque piensan que podrían tener menos disponibilidad, desconociendo cuál es su nivel de compromiso”, declara. Y hace un llamado a proteger el recorrido laboral de las madres, sin que tengan que sacrificar la crianza, asegurando empleos con flexibilidad sin penalidad de salario e impulsando políticas de cuidado como licencias compartidas. Por ley, las madres tienen derecho a 18 semanas, de las cuales, las últimas 6 se pueden dividir entre ambos padres. Los hombres tienen apenas dos semanas de licencia.

Deconstruir la idea de que la maternidad compite con el desempeño laboral – en lugar de poner el foco en el desbalance del cuidado – demanda políticas laborales y un cambio cultural para enfrentar las desigualdades con una mirada integral, en lo laboral y lo doméstico. Pasa también por una conversación entre el Estado, la sociedad y las empresas, opina Ramírez. Sus investigaciones han encontrado que tener una fuerza laboral bien remunerada reduce la rotación de personal, la cual aumenta costos de contratación y afecta la productividad. “Algunas empresas ya lo han entendido y, por ejemplo, están implementando programas de articulación trabajo-cuidado, teletrabajo, tienen guarderías internas o espacios a los cuales los trabajadores pueden acudir con los hijos”, destaca.

En Colombia preocupa la caída de la natalidad que llegó a mínimos históricos en 2024, pero pocos se preguntan cómo ofrecer contextos más amigables con la crianza para quienes sí quieren ser mamás. Pese a las condiciones, mujeres que han decidido ser madres transforman la idea de tener que elegir entre lo uno o lo otro, la maternidad o su proyecto personal o profesional. “Tener hijos no necesariamente significa dejar de crecer. Desde el momento en que llegan a la vida, el tiempo se divide”, puntualiza Yirley Valencia, de 42 años, madre de dos hijos adolescentes en Quibdó (Chocó). “Mis hijos son mi fortaleza, mi polo a tierra”, concluye. Su voz reitera que el problema no es la maternidad. El problema es todo lo que la rodea.

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