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El combate al cambio climático gana peso con Sheinbaum, pero los proyectos de energía fósil generan desconfianza

Los expertos valoran la nueva estrategia presentada contra el calentamiento global y esperan cambios concretos y liderazgo regional

cambio climatico en mexico
Carmen Morán Breña

México quiere llegar a la conferencia sobre cambio climático que se celebrará en Brasil en noviembre con un programa ecológico digno de tal nombre y con la voluntad de cierto liderazgo regional en esta materia. Para ello se ha actualizado la Estrategia Nacional de Cambio Climático (ENCC), que ha sido presentada este martes con los parabienes de la representación de las Naciones Unidas. El documento, dicen los expertos, está bien, aunque no sea más que una ruta que de nada servirá si no se implementa y se monitorea convenientemente. Esa es la razón de cierto pesimismo entre los especialistas, que ya han visto pasar estrategias similares sin mayor avance en la práctica. Y porque hay en México todavía proyectos energéticos aprobados o en desarrollo que no se compadecen con los dictados del nuevo plan estratégico. La virtud que le encuentran es, sobre todo, política: una intención por situar los problemas y las soluciones del cambio climático de nuevo en la agenda, después de un sexenio congelado en este aspecto. Voluntad y coyuntura regional para que la COP de Belém impulse avances regionales en este ámbito, con el binomio Lula da Silva y Claudia Sheinbaum al frente.

Nadie desdeña la letra del documento, que actualiza anteriores estrategias para adaptarlas a nuevas necesidades que se van planteando, pero todos esperan ver si la orquesta sonará afinada y eso no depende solo de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), todas las demás están concernidas para frenar el cambio climático o adaptarse al escenario que ya ha dejado sobre el planeta. “México no es un gran emisor de dióxido de carbono, apenas representa el 1,5% mundial y está muy bien que se haya propuesto seguir reduciendo en contaminación, pero es la adaptación el capítulo más importante”, explica Carlos Gay, doctor en Astrogeofísica por la Universidad de Colorado en Boulder. En efecto, el plan prevé para este sexenio una reducción de emisiones del 35%, es decir, 140 millones de toneladas. “Pero lo importante es la adaptación, que requiere la intervención local, porque no es lo mismo la falta de agua en el norte que en el Sur o la relevancia territorial de los huracanes, por ejemplo”, dice Gay, y “habrá que ver cómo distribuir el agua, seleccionar cultivos o el mantenimiento de los ecosistemas”, añade. “Si fuera por los países del norte global solo se hablaría de emisiones”, asegura el también investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM. Pero a México, como a muchos países de su entorno, los desastres naturales y las sequías o inundaciones, le suponen gran parte de los problemas. “La adaptación siempre ha sido importante intelectualmente en la agenda mexicana”, señala.

Para Nora Cabrera, abogada y directora de Nuestro Futuro AC, la estrategia presentada es digna de considerar porque denota una “actitud proactiva” del Gobierno mexicano, que sitúa la acción climática en el centro con una visión transversal y que da cabida de nuevo a organismos e instrumentos abandonados antes. Reconoce como positivo que este documento presenta un mapa de municipios, hasta 253, clasificados por su necesidad de atención alta, muy alta o prioritaria para su adaptación al cambio climático. A partir de ahí se pueden identificar las vulnerabilidades y tratarlas en consecuencia. “En todo caso, tener una estrategia articulada”, dice, “permite recabar recursos internacionales con más facilidad”, y se necesitará presupuesto propio y ajeno si se quiere incentivar la transición de las antiguas energías a las nuevas, por ejemplo.

Las renovables están citadas por todo el texto. Constituye una novedad porque hablar de estas nuevas energías supone dar entrada a la iniciativa privada, algo cercenado prácticamente en la anterior istración. Las renovables son necesarias para reducir la dependencia del gas en la generación de electricidad y avanzar hacia la descarbonización, algo en lo que se detiene el documento. Pero son tantos los años que se viene hablando de esto que los expertos muestran ya pesimismo endémico. “En la actualidad se está dando prioridad a proyectos fósiles y a las plantas para licuar el gas natural de Estados Unidos para exportarlo. Seguimos siendo el patio de maniobras de Estados Unidos. Eso rompe las expectativas de reducción de emisiones”, sostiene Pablo Montaño, director de la organización Conexiones Climáticas. “Hablar de la introducción de renovables sin decir cómo se van a sacar las fósiles no es hablar de transición energética, es solo amontonar energías”, critica. El crecimiento de México requiere de una generación eléctrica cada vez mayor, razón por la cual se están proyectando nuevas centrales. “Si producimos para Estados Unidos con ese nivel de dependencia no hay energía que alcance y siempre ganará la fósil. Hay ahora mismo 19 termoeléctricas aprobadas o en proyecto”, se queja Montaño, por lo que opina que el Plan México, un programa empresarial para avanzar en la producción y el mercado propio, sería más favorable a un cambio energético. “El nuevo discurso es correcto, pero ya tenemos el plato lleno de promesas”, dice el experto, quien solicita concreción de esta estrategia y resume su impresión con el documento presentado de esta forma: “Emocionante, pero hace 15 años”.

La incongruencia en el discurso es algo que todos mencionan, es decir, la teoría va, pero las malas prácticas perduran, algunas arrastradas del sexenio anterior, que todos califican como nulo para el combate al cambio climático. “Contradiscursos”, dice Nora Cabrera, que sigue a la espera de ver cómo se involucra a Pemex en esta estrategia descontaminante, por ejemplo. “Porque todavía hay muchas incongruencias entre el actual discurso y las inercias del sexenio pasado”. Pero reconoce que esta istración “se ha dado a la tarea de fortalecer instrumentos para los siguientes 10 años, fundamentales para articular una agenda relevante”. Sobre las renovables, opina que son cruciales, “tanto en términos de medio ambiente como de seguridad energética”.

En esas nuevas voluntades de la istración Sheinbaum cifran todos la esperanza de cambio, pero aguardan a ver modificaciones reales, presupuestos e interacciones con el resto de secretarías, fundamentales para implementar los cambios. Una cosa es la teoría y otra el cómo se va a hacer, dice el doctor Gay. Pero confía en que México, que tuvo una agenda puntera muchos años atrás, pueda recuperar ese puesto y, de la mano con Brasil, aprovechar una coyuntura política óptima. “Eso tendría su chispa”.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.
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