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‘Omnímoda’ en el MuCAC: cuando la fotografía lo abarca todo

Una muestra en el museo de Málaga explora cómo la imagen fotográfica ha mutado en el arte contemporáneo a través de la obra de más de 50 artistas españoles

‘USUS FRUCTUS ABUSUS. La Blanche et la Noire’ (2022), obra de Gloria Oyarzabal incluida en la exposición 'Omnímoda' del MuCAC.
Gloria Crespo MacLennan

Effulgence (2023), de Daniel Canogar, es una obra generativa que transforma imágenes del archivo del World Press Photo en composiciones abstractas que evocan la pintura de Mark Rothko. A través de un algoritmo, hecho a medida, la fotografía documental se disuelve en campos de color vibrantes, invitando al espectador a una experiencia visual más emocional que narrativa. Por su parte, en Blow up Blow up (2009), Joan Fontcuberta hace uso de fotogramas duplicados de la famosa película de Michelangelo Antonioni para explorar la ambigüedad de la imagen fotográfica. Mediante un juego de ampliaciones, el artista catalán cuestiona la supuesta objetividad del medio y revela su capacidad para generar ilusión y ficción.

Ambas obras, en su distanciamiento del registro documental tradicional y su fusión con lenguajes ajenos, reflejan una transformación profunda en el uso de la imagen fotográfica dentro del arte contemporáneo. Sirven de introducción a Onmímoda, la fotografía como display, una exposición que inaugura una nueva etapa en el Museo de Arte Contemporáneo de La Coracha (MuCAC), en Málaga. La ambiciosa muestra reúne la obra de más de 50 autores españoles. Piezas que, lejos de ofrecer certezas, plantean preguntas sobre lo que vemos, cómo lo vemos y qué esperamos encontrar en la fotografía.

“La característica principal de la fotografía en la actualidad es su semejanza con un simbionte: se adapta a cualquier cuerpo”, destaca Sema D’Acosta, comisario de la exposición. “Ha adquirido un papel protagonista, simplemente porque la sociedad se ha convertido en una sociedad visual. Si hasta hace poco, la fotografía se presentaba fundamentalmente como una imagen plana y bidimensional, hoy se presenta de infinidad de maneras, e hibrida con otros medios y disciplinas; lo abarca todo, nada escapa a su poder omnímodo”.

La muestra se articula en seis bloques temáticos. En La fotografía como pintura, se presentan obras que cuestionan los límites entre ambos medios, y abordan la fotografía desde una perspectiva estética o conceptual, donde la forma y la idea se imponen sobre la narrativa y sobre ese instante que tradicionalmente ha representado el medio fotográfico. Así, encontramos la obra de Jorge Isla y David Jiménez, cuyas exploraciones visuales desplazan la fotografía hacia lo procesual y lo abstracto, más allá de la representación. Junto a ellos, se incluyen piezas de Luis Gordillo y Juan Uslé, entre otros, cuya trayectoria pictórica se cruza aquí con el lenguaje fotográfico en clave formal o conceptual, evidenciando cómo la fotografía puede operar como extensión o contrapunto de la pintura contemporánea.

‘Oxígeno teñido’ (2024), obra de Luis Gordillo.

En La forma dada (2019), Miren Doiz reutiliza los restos de una lona que sirvió para anunciar una de sus exposiciones. “Su idea es pintar sin pintura, eliminando el gesto o la pincelada”, advierte el comisario. “Todo lo que define su obra está en la mirada, en aquello que observamos y asimilamos. De hecho, lo pictórico o lo fotográfico son construcciones mentales que tienen más que ver con el apego a una tradición que con el uso de unos pinceles o una cámara”.

Hoy se reconoce que una fotografía no es solo lo que muestra, sino también el soporte que la contiene. El material sobre el que se presenta —ya sea una hoja, como en el caso de Almudena Romero, o un plato, en el de Carlos Aires— influye en su significado. Lejos de ser neutro, el soporte forma parte esencial de la obra, y su manipulación o transformación resalta la importancia de la materialidad en el arte. Así, en el bloque La fotografía como objeto /superficie, la obra Autorretrato aleatorio, (1971–2014), de Esther Ferrer, — donde la autora deforma su retrato para cuestionar su identidad—, se vincula con la obra de Ira Lombardía, quien, mediante el collage y el uso de la iconografía secular y contemporánea, invita al espectador a reflexionar sobre el cuerpo de la mujer como territorio simbólico, cuestionando el papel del arte en la idealización y objetivación.

Del deambular por las calles de Miguel Ángel Tornero con su cámara surgió Manojo (2024), una evocadora amalgama que se sitúa entre el collage, la escultura y el diorama, formada por imágenes que desafían las expectativas y se afirman con fuerza para reclamar su propio espacio y presencia física. “Piezas visuales de este tipo, nunca podrían apreciarse desde la planitud de una publicación o a través de una pantalla, nuestra relación es corporal, no solo con la mirada”, escribe el comisario.

Es precisamente al libro, no solo como soporte, sino como un medio autónomo que permite articular discursos visuales propios y reflexionar sobre la imagen y la sociedad actual, al que alude el bloque titulado El libro como paradigma. Destaca el atlas visual Carta estelar (2018–2019) de Martínez Bellido, donde las casi imperceptibles imperfecciones de un álbum fotográfico familiar anónimo dan forma a una poética galaxia inventada, en la que lo real y lo imaginado se entrelazan e invitan a reflexionar sobre la esencia de la imagen. En On the Geography of Green III-III, (2016–2023), Linarejos Moreno reinterpreta el legado de Alexander Von Humboldt, combinando imagen y datos para ahondar en la historia y memoria de un lugar desde una perspectiva crítica y social

Los selfies desmaterializados de Cecilia del Val abordan la pérdida de identidad en la era digital. Mientras que en Profile (2023), Javier Hirschfeld fusiona fotografías del siglo XIX con fondos de perfiles de aplicaciones de citas, creando paisajes que conectan lo virtual y lo material en una reflexión autobiográfica sobre identidad y representación. Obras que hablan de los grandes cambios sociales, y de la nueva redefinición de identidades y roles experimentado en las últimas décadas.

‘Telediario’ (2019), obra de Carlos Aires.

En La fotografía como experiencia del lugar, el paisaje ha dejado de ser la representación literal del entorno y se plantea como una construcción subjetiva de la mirada. Así, en Roma 4 Serie: Deconstruyendo ciudades (2015), German Gómez fragmenta y reconstruye espacios urbanos con el fin de reflexionar sobre la memoria y nuestro lugar en el mundo.

Omnímoda invita a una experiencia expandida del medio fotográfico, donde la fotografía se ha desprendido de su pasado, dejando atrás sus límites tradicionales para convertirse en dispositivo, en objeto o en gesto, capaz de dialogar con otras disciplinas y lenguajes. “Vivimos un momento de extrema visualidad”, advierte D’Acosta. Un momento que exige detenerse y preguntarse —una vez más— qué significa ver.

Omnímoda, la fotografía como display. Museo de Arte Contemporáneo de La Coracha, Málaga. Hasta el 12 de octubre.

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Sobre la firma

Gloria Crespo MacLennan
Ha desarrollado gran parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS como editora gráfica y periodista cultural especializada en fotografía. Colabora en diversos medios de comunicación y ejerce como comisaria independiente de exposiciones. Es directora de un documental sobre la pintora Maria Blanchard, ‘26, Rue du Départ. Érase una vez en París’
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