Alcaraz y Nadal, por caminos diferentes: del riesgo al conservadurismo físico
A diferencia del mallorquín, el murciano opta por la precaución en este tramo de su carrera, con una apuesta decidida por los grandes y preservar al máximo su cuerpo

Lo anuncia Carlos Alcaraz con la voz acatarrada. Asume y acepta, pero igualmente duele. Adiós, Madrid: “En la final de Barcelona entró el fisio para tratarme y también noté algo en el isquio izquierdo. He hecho todo lo posible, pero no ha mejorado mucho la cosa y hay que escuchar al cuerpo. Jugar aquí es muy emocionante para mí, pero al final las cosas no han salido como quería. Hemos tomado la decisión de no asumir riesgos de cara al futuro, porque podía estar jodido más de la cuenta. Había que tomar decisiones difíciles. Ahora trataré de descansar y de recuperar para estar lo antes posible en las pistas”.
Después de tres días sin ejercitarse y un cuarto que decanta definitivamente la balanza, el tenista español, lesionado el pasado domingo en el transcurso de la final del Godó, renuncia a jugar este año en la Caja Mágica pensando directamente en Roland Garros. El grande parisino comenzará exactamente dentro de un mes, por lo que cualquier maniobra en falso podría dejarle fuera de combate. Se impone para él, por tanto, la precaución. Tiene Alcaraz apenas 21 años, pero poco a poco va descubriendo su cuerpo y aprendiendo a gestionar la trituradora de la élite; esto es, competir y más competir, sin apenas tregua. Llegó a Madrid directamente de Barcelona tras haber jugado 10 partidos en 12 días. Demasiada tralla.
“Si jugara podría romperme más, y a lo mejor tendría que estar más meses parado”, razona el de El Palmar, que triunfó hace dos semanas en Montecarlo y acto seguido disputó otros cinco duelos exigentes en Pedralbes, donde al poco de comenzar el segundo set del desenlace contra Holger Rune, sufrió un doble daño físico: aductor derecho, isquio izquierdo. Pese a que sus primeras sensaciones eran optimistas, las dos pruebas médicas que se hizo en la capital española —una el lunes, la otra el propio jueves— desaconsejaron su participación. Campeón en 2022 y 2023, esta vez lo verá desde Murcia, entre sesión y sesión de fisioterapia.

“Madrid es especial, uno de los primeros torneos a los que vine cuando era pequeño, pero un Grand Slam es un Grand Slam”, argumenta, pensando ya en el proceso de recuperación para llegar listo a París, previa escala en el Masters de Roma, el torneo de transición. “Me gustaría estar allí, pero, si no puedo, Roland Garros”, incide el murciano, que a lo largo de esta última semana atendió varios compromisos comerciales y promocionales. Agenda llena: Palacio de Cibeles por partida doble —Laureus y la presentación de la nueva pista para la Caja Mágica—, Torre Picasso, Callao y los estudios de El Hormiguero. “Lógicamente, los días tan ajetreados a lo mejor no ayudan tanto…”, ite.
En uno de los actos, el martes por la tarde, el deportista presentó la docie de Netflix en la que se narra su ascensión a la cima, con todas sus vicisitudes y sus oscilaciones. “Si me equivoco, me equivoco yo”, dice convencido pese a las reiteradas advertencias de su entrenador, Juan Carlos Ferrero. Y así es, porque él ha escogido un camino diferente. “Muchas veces, Juanki [Ferrero] y yo tenemos opiniones distintas. Yo lo quiero hacer a mi manera y si lo consigo, bien, y si no, también. Es lo que pienso y lo que siento. El calendario es muy exigente y tenemos que lidiar con eso. Yo sigo pensando que puedo conseguirlo así. Veremos si en un futuro cambian las cosas”, expone.
La raqueta “consume”
El caso es que después de dos décadas en las que Rafael Nadal acostumbró a forzar hasta el límite y más allá, Alcaraz propone otro modelo. Si el mallorquín (38 años) exigió una y mil veces a su carrocería, el actual número dos (21) no desea superar ciertas fronteras con el objetivo de priorizar las grandes citas y tener una carrera lo más larga posible, sin comprometer su salud. Desde hace tiempo, Alcaraz compite con las molestias lógicas que se derivan de una actividad tan erosiva y continuada como la del tenis, pero en ningún caso quiere adentrarse en los terrenos de alto riesgo. Ante la duda, pausa.
Frente al “si me rompo, me rompo” que entonó en más de una ocasión Nadal, curtido a base de desgracias, una tras otra, el murciano y su equipo han apostado por una disposición más conservadora, pese a que el jugador ya haya asimilado que rara vez competirá al cien por cien, sin algún que otro rasguño. “Si los torneos durasen una semana [en vez de dos, como ha ido extendiéndose estos dos últimos cursos] tendría unos días libres para recuperar y descansar, y hubiera ido a casa, porque allí se piensa con más claridad. Pero lo han decidido así”, señala.

Más allá del mayor o menor umbral del dolor, Alcaraz es consciente del tortuoso camino que recorrió Nadal y el de otros tenistas que terminaron pagando los excesos. Cálculos en mano, el mallorquín estuvo de baja más de cuatro años —casi una cuarta parte de su carrera— y apuró al máximo, especialmente en la primera mitad de su carrera. “Es un deporte duro que requiere del cien por cien de tu energía mental y emocional, es mucho más que pegarle a una bola en una pista. Requiere de mucho tiempo al año y en tu vida. Es nuestra elección y amamos lo que hacemos, estamos bendecidos por hacer lo que hacemos y hay muchas recompensas, pero te consume mucho”, sostiene Novak Djokovic, de regreso en el barrio de San Fermín después de tres años ausente.
Vuelve el balcánico y el que ya no está en la Caja Mágica es Alcaraz, como tampoco asiste el sancionado Jannik Sinner, que reaparecerá en el Foro Itálico, de modo que el foco del cuadro masculino apunta directamente a Nole. Es, además, el primer Madrid posNadal. “Físicamente, es de esperar que Carlos tenga algunos problemas: ganó en Montecarlo, de ahí a Barcelona, allí otra final... Pero espero que, aun sin él, nosotros le podamos dar buenas sensaciones al público que va a venir, porque no es una buena noticia para el torneo”, indica el gigante de Belgrado, ejemplo de cuidado, regularidad y prevención en términos físicos. Visionario. Probablemente, desde ese ángulo, el mejor espejo en el que mirarse para los jóvenes.
“CARLOS LO TIENE TODO PARA SER EL MEJOR DE LA HISTORIA”
En su primera intervención en la sala de conferencias, Djokovic se desempeñó en un correcto español. El ganador de 24 grandes irrumpió sonriente y una vez más fue generoso en la respuesta.
Alcaraz, dieciséis años menor que él, dice que desea sentarse “en la mesa del Big Three”; es decir, cerrar su trayectoria a la altura de Nole, Nadal y el suizo Roger Federer, a lo que el primero de ellos reacciona con una opinión contundente: a estas alturas, dice, el murciano ya está al nivel de los tres.
“Los resultados que ha conseguido a esta edad reflejan que ya lo ha alcanzado, e incluso ya se puede decir que está por encima de todos nosotros con 21 años. Pero todavía tiene toda la carrera por delante. Tiene todo lo necesario para llegar a ser el mejor de la historia de nuestro deporte”, opina Djokovic.
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