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Columna
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El atracón de última hora

En la vida y en los exámenes el sprint final funciona, la suerte existe y el café que sienta de maravilla a unos pone a otros de los nervios

EVAU
Delia Rodríguez

Leo en este periódico que los expertos recomiendan a los 300.000 estudiantes que preparan estos días las pruebas de a la universidad evitar a toda costa el atracón de última hora, estudiar de noche y repasar hasta el último segundo. Sí deben, en cambio, mantener la calma y confiar en el trabajo bien hecho de los últimos meses. Son unos consejos excelentes si se dan en octubre, al comienzo del curso. Pero a finales de mayo me siento autorizada para llevarles la contraria: puede que ellos sean profesionales de las técnicas de estudio, pero como experta yo misma en atracones en el último momento no puedo estar más en desacuerdo. Esas recomendaciones no siempre son acertadas para todo el mundo.

Ojalá en esta vida el esfuerzo siempre fuera recompensado, las hormigas ganaran a las cigarras y existiera una relación justa entre causa y efecto, pero no es así. En primer lugar, el sprint funciona. En el mundo laboral, de hecho, algunas empresas implementan sistemas de gestión de proyectos como agile, que combinan semanas de trabajo rutinario con esfuerzos intensos para terminar entregas. Las personas ―y las organizaciones― tienden a seguir ritmos irregulares, donde etapas de calma se combinan con otras de estrés. Hasta el campo, con sus estaciones, funciona así. Otra cosa es que ese estrés sea del bueno, el que ayuda a que las cosas salgan adelante, o del malo, el que destroza cuerpos y mentes.

En segundo lugar, la suerte, buena y mala, existe. El tema que miras en un papel doblado en la misma puerta del aula el día del examen a veces cae. El que llevas estudiando desde hace meses y conoces de memoria, a veces no cae. También existe la estadística. Leí en la novela Oposición que, dadas dos preguntas a elegir una, si estudias el 30% de los temas tienes más de un 50% de posibilidades de que te toque uno que sabes. El dato me llamó tanto la atención que lo comprobé y, aunque es contraintuitivo, es real. Por eso siempre es razonable presentarse a una prueba e intentar darlo todo aunque no se lleve bien preparado. El sistema es, por naturaleza, imperfecto, y eso a veces juega a nuestro favor. Es el mismo motivo por el que conviene postular a todos los trabajos que nos interesen, aunque no cumplamos los requisitos al 100%: como nunca tienes toda la información sobre qué va a pedirte o a necesitar el otro, no conviene cerrarse las puertas uno mismo.

En tercer lugar, cada cuerpo y cada mente son distintos. El mismo café que a una persona le sienta de maravilla puede poner a otra de los nervios. Para unas, la sensación de control puede venir de un programa planificado de estudio regular y de irse al cine el día antes de la PAU; para otras, de dormir cuatro horas, estudiar hasta el final y creer que han hecho todo lo posible hasta el último segundo. Hay genes que se encargan de la tolerancia a las horas de sueño, y existen algunos humanos mutantes que con cuatro tienen más que suficiente. Los adultos solemos olvidar que los ritmos circadianos adolescentes son distintos, y que a los estudiantes les cuesta mucho más madrugar. A veces la ansiedad se apaga a las horas donde no hay nadie más despierto en casa, sea a primera hora de la mañana o a última de la noche. La literatura sobre las rutinas de los escritores, por ejemplo, es infinita. Es importante conocerse.

Lo que quiero decir con todo esto es: mucho ánimo, este último esfuerzo merece la pena. Pero sobre todo, cuidad mucho vuestra salud, física y mental, en estos días inquietantes.

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Sobre la firma

Delia Rodríguez
Es periodista y escritora especializada en la relación entre tecnología, medios y sociedad. Fundó Verne, la web de cultura digital de EL PAÍS, y fue subdirectora de 'La Vanguardia'. En 2013 publicó 'Memecracia', ensayo que adelantó la influencia del fenómeno de la viralidad. Su newsletter personal se llama 'Leer, escribir, internet'.
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